Explícame
cómo quieres
que duerma sola
esta noche,
si las sábanas
huelen a ti.
Los olores no hacen contigo la cucharilla
ni te calientan los pies fríos
ni te dan besos en la frente
ni te hacen el amor por la noche.
Los olores son despedidas.
Explícame
cómo quieres
que duerma sola
esta noche,
si las sábanas
huelen a ti.
Los olores no hacen contigo la cucharilla
ni te calientan los pies fríos
ni te dan besos en la frente
ni te hacen el amor por la noche.
Los olores son despedidas.
Cómo pretendes que no escriba poesía,
si tu risa es puro verso.
Cómo pretendes que no te sume los lunares que tienes en la espalda,
si no haces más que pasearte desnudo por mi habitación.
Cómo pretendes que te llame por tu nombre,
si sólo a ti puedo llamarte amor.
Cómo pretendes que no me deslice por entre tus sábanas,
si no haces más que buscarme las cosquillas.
Cómo pretendes que no me pasee por la playa los domingos por la tarde,
si las playas son nuestras desde hace ya tiempo.
Cómo pretendes que deje de hablar de tríos,
si la cama, tú y yo somos inseparables.
En serio,
¿cómo pretendes que no te quiera?
Llevo un tiempo pensando
en el vacío,
en la nada arrasada por un huracán en celo.
Es oscuro y triste,
el vacío.
Pero te llena el puto pecho,
el maldito.
Ahora no siento vacío (por suerte).
Tú llenas todo con tu risa.
Pero no puedo evitar pensar
que en algún momento estaré llena,
pero de vacío.
Estoy hablando de cuando tú no estés,
cuando leer a Neruda deje de ser un consuelo,
cuando se me abran de nuevo las cicatrices,
cuando estos versos que escribo
vaguen sin rumbo
y se estampen trágicamente
contra un colchón que ya no huela a ti.
Porque al final serás eso:
mis versos sin rumbo
con dirección trágica,
un corazón roto
y cicatrices al borde del llanto.