Llevo un tiempo pensando
en el vacío,
en la nada arrasada por un huracán en celo.
Es oscuro y triste,
el vacío.
Pero te llena el puto pecho,
el maldito.
Ahora no siento vacío (por suerte).
Tú llenas todo con tu risa.
Pero no puedo evitar pensar
que en algún momento estaré llena,
pero de vacío.
Estoy hablando de cuando tú no estés,
cuando leer a Neruda deje de ser un consuelo,
cuando se me abran de nuevo las cicatrices,
cuando estos versos que escribo
vaguen sin rumbo
y se estampen trágicamente
contra un colchón que ya no huela a ti.
Porque al final serás eso:
mis versos sin rumbo
con dirección trágica,
un corazón roto
y cicatrices al borde del llanto.
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