lunes, 16 de noviembre de 2015

Los músicos poetas

El día en el que se apagó tu risa la poesía llamó de nuevo a mi puerta. Tenía la cara del invierno colándose por debajo de las puertas y descompuso en un momento la rima en verso que era mi vida.

El momento me pilló bajo una lluvia sin paraguas, con el ukelele desafinado sonando a amargura. El apagón arrancó las cuerdas y me empeñé en comprar unas nuevas, pero volver a afinar el instrumento se antojó demasiado complicado para una persona que sabía de música lo mismo que sabía del amor: nada.

Todavía sigo buscando las notas perfectas para (re)componer tu risa, pero por el momento sigo en un mundo gris que se mata a diario, con el ukelele en la mano, desafinado.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

El invierno

Hoy, el invierno ha entrado por la ventana de la cocina de una ventolada de aire frío. Se parecía a ti: llevaba el gorro negro que lucías la primera vez que te vi y unos tejanos con deportivas; se reía de la misma forma en que te ríes tú cuando hacemos el amor; traía consigo las llaves de un coche viejo lleno de ganas de hacer un viaje express a París.

Al instalarse en el sofá de los porros, del sexo con prisas, de las tardes de lluvia, me ha hecho un huequecito a su lado y me ha pedido que me sentara junto a él. Le he hecho caso porque me recordaba a la vez en que me enamoré de ti, cuando todavía no escribía poemas y actuaba tan infantil como siempre. Entonces, posando su brazo derecho sobre mis hombros, en un intento frustrado de abrazarme para intentar detener los versos sin rumbo con dirección trágica que estaba a punto de pronunciar, solo entonces me ha dicho que había llegado para quedarse. Decía también que me echaba de menos, que ya se había aburrido de los calendarios de  siempre y que era hora de cambiar. Por un instante me reí: la situación me recordaba a Juego de Tronos, por más absurdo que pudiera parecerle. Acto seguido, mi risa cedió para dar paso al abismo del frío que empezaba a sobrecogerme: el invierno está dispuesto a quedarse.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Desilusiones actuales del mundo (I)

A veces necesito mirar las fotos que hice cuando atardecía en Berlín
para olvidarme un poco de todo lo que no funciona.
Encuentro la paz en ese instante anaranjado y,
por unos momentos,
se me borran de la mente
fotogramas de
niños hambrientos,
fotogramas de
niños sin casa.

Las fronteras se llenan de dolor
y de esperanza.
Ya no caben más ilusiones rotas en la maleta
de aquellos niños sin suerte.

Y mientras Europa pelea,
las bombas siguen sin dar tregua
a unas piernecitas que
no corren: escapan.

¿Cuánto más hemos de seguir dando la espalda a aquellos que viajan con el peso de la guerra sobre los hombros?

¿Cuántos libros de historia necesitan ser escritos para recordar que nosotros fuimos como ellos no hace ni un siglo?

viernes, 4 de septiembre de 2015

Duerme noches

Hace un momento me has dicho por enésima vez que me despida. Estás cansado y quieres dormir, y yo de verdad que lo siento por haberte arrastrado con mi llanto. Te prometo que no es el síndrome de abstinencia, lo que me pasa ahora mismo. Con la tontería me pensaba que tu risa se iba por ahí para no volver. Creo que se me han quebrado los oídos porque hace ya tiempo que no me viene a visitar. Y, de verdad, no quiero que me malinterpretes: no te quiero para mí ni nada por el estilo, pero un poco de tu poesía por mi espalda desnuda no viene mal, de vez en cuando. ¿Sabes lo que más gracia me hace de todo esto? Que tengo la sensación de que las metáforas van a jugarte una mala pasada, así que te imagino despertándote por la mañana y leyendo esto. Bueno, más bien intentando descrifrar el variado surtido de frases inconexas que se escampan por la pantalla de mi móvil. Llevo un rato escribiendo y, de verdad te lo digo, ya estoy mejor. Hace un rato, los lagrimones que me resbalaban rodando por la cara eran de desconsuelo; ahora lloro un poquito al recordar que, pese a todo, hemos forjado algo entre los dos, simplemente con la ayuda de un paseo con olor a mar, un puñado de besos y unas cuantas cajas de condones. Y sin embargo ahora mismo todo parece más complicado si nos lo ponemos a comparar con la simplicidad del principio, donde nos servía una fiesta descontrolada y un paseo tímido por el centro, con mucho que decir pero con la cabeza mirando hacia abajo y tú llevandome a caballito por un lugar donde no habíamos estado nunca mientras lucías mi antiguo gorro de lana negro que, esa misma noche, me dejé olvidado en un bar. Joder, parece mentira todo lo que he escrito ya, así del tirón, sin releer nada en ningún momento. Parece que voy a dejarlo ya, que son más de las dos y media de la madrugada y voy a recaer en el síndrome del insomnio del poeta, no sin antes revisar la ortografía y despedirme de ti, que ha sido el motivo principal por el que he escrito esto. Así que ya sabes, porque esto me lo enseñaste tú poco después de conocernos: duerme noches, que significa "duerme bien y buenas noches". Y, por favor, no olvides insertar un camamar (no un calamar), un elefante igual de genial que Dumbi y un huequecito para el amor que te envío, ahora y siempre.

martes, 18 de agosto de 2015

La historia de mi vida

Empecé a escribir la historia de mi vida en un diario cuando dio comienzo el 2015.

De repente apareciste tú.

Dejé de escribir para centrarme en el presente, y le di una patada al pasado.

sábado, 15 de agosto de 2015

Paseando por el museo me acordé de ti

Reconozco que resplandecías
como un Velázquez
la primera vez que te vi.
Yo no sé tú,
pero esa luz que tienes dentro
encandila a todo aquél que te mira.
Cabe destacar que,
tiempo más tarde,
me dijiste que
te idealizaba.
Yo te digo ahora
                                                      (y siempre)
que no,
no te idealizo.
Simplemente creo que
desprendes expresionismo
por los poros
y que,
aunque no te va nada el cubismo,
el surrealismo sí que es lo tuyo.
Supongo que por eso
te gusta tanto
creer en los sueños
y te interesaste por el psicoanálisis
cuando nos conocimos,
pese a que ahora lo pienso y,
tal vez,
ese interés no fue otra cosa
que una táctica para enamorarme
                          (lo conseguiste, por cierto).
Pero reconoce que lo nuestro,
esto que nos está pasando,
el amor que sentimos,
la amistad que tenemos
   (elige tú la forma más cursi de llamarlo),
sí que es un poco onírico,
porque eres como un sueño
y esas cosas ñoñas que me pides
no te diga porque
no quieres
que te idealice.
Pero
cómo no te voy a idealizar,
joder,
si eres una obra de arte surrealista.

martes, 7 de julio de 2015

Solicitud de utopía para jóvenes rebeldes

Supongo que aunque ya no quede gente que levante el puño por una lucha aplastada por el capitalismo, aunque nos hayamos dejado arrastrar por las masas y la sociedad de consumo, imponiéndose así cánones de belleza irreales, con pectorales y caderas de infarto, supongo que todavía hay muchos que no se sienten parte del sistema.

Hablo de la gente con las heridas de la guerra marcadas en la piel, de aquellos que dejaron de luchar por el sueño porque al caerse de la cama y darse de bruces contra el suelo despertaron de repente para revolverse en el insomnio.

Hablo de los que dejan atrás la patria y cruzan el Mediterraneo ondeando la bandera de la desigualdad, con los ojos brillando de hambre y de esperanza. Y puestos a hablar de patria, me refiero también a aquellos que vagan sin tierra por el desierto, con la casa a cuestas y Occidente dándoles la espalda.

Hablo de los incomprendidos que reniegan de su Documento Nacional de Identidad, que se aferran con orgullo a una bandera que, esta vez sí, les representa realmente.

Hablo de los desahuciados que viven en sus propias carnes como la justicia comete la injusticia de echarles de sus hogares, sin rencores ni temores y olvidando el hecho de que la orden judicial de desalojo duele igual que no poder dar de comer a tus hijos.

Hablo de los que perecieron y perecen por culpa de los muros. Parece que en Europa hemos olvidado que la caída del muro de Berlín no ha podido evitar que otros muros se levanten por entre nuestras fronteras.

Fronteras. Al fin y al cabo, ¿quién las necesita? Nos traen más guerra que paz y, aún hoy en día, hay muchos que se sienten a disgusto con el reparto que unos cuantos caciques hicieron del mundo. Además, ¿de que nos sirven las fronteras si vivimos en un país donde gobierna el Partido de la Desigualdad, donde el racismo es el pan nuestro de cada día, donde lo único que hemos aprendido a hacer estos últimos años es a echarnos la culpa unos a otros?

Visto lo visto, permitidme renegar a mí también de mi nacionalidad, ya no para ser catalana, sino para dejar de formar parte de la desilusión ciudadana que, no os engañen, empieza en Galicia y acaba en las Canarias. Permitidme, entonces, considerarme una más de este mundo cuando éste esté exempto de dictaduras y las democracias sean verdaderamente reales, y no un simple teatro de marionetas donde unos pocos siempre mucho, y unos muchos siempre poco.