Un día más, empieza la
clase:
me siento en mi sitio,
abro el libro
y me pierdo de nuevo en tus matemáticas.
Empecé intentando sumar tus lunares.
Después seguí con el cálculo de tus besos en mi clavícula.
Vinieron luego mis intentos frustrados de resolver tus raíces,
descomponiendo en factores tu sonrisa
y dividiendo el resultado entre tus lágrimas.
Pero sin duda todo se volvió más complicado
con los problemas trigonométricos de tu cuerpo.
Porque después siguieron las derivadas de tus penas.
Y, al final, me quedé ahí,
intentando integrarme entre tus brazos.
me siento en mi sitio,
abro el libro
y me pierdo de nuevo en tus matemáticas.
Empecé intentando sumar tus lunares.
Después seguí con el cálculo de tus besos en mi clavícula.
Vinieron luego mis intentos frustrados de resolver tus raíces,
descomponiendo en factores tu sonrisa
y dividiendo el resultado entre tus lágrimas.
Pero sin duda todo se volvió más complicado
con los problemas trigonométricos de tu cuerpo.
Porque después siguieron las derivadas de tus penas.
Y, al final, me quedé ahí,
intentando integrarme entre tus brazos.
Terrassa, 4/3/2015
eres toda una enamoradiza
ResponderEliminarno tengas tantas prisas
el dolor es algo suficiente para saber
que amar puede doler
pero tú, tu das las esperanzas de decir
con el siguiente poema que vayas a escribir
enamórate
vale la pena ser feliz